Oaxaca y Monte Alban

Siguiendo con mis buenas intenciones de puesta al día, y ante de, ya os aviso, una wikientrada aterradora hablare de nuestro primer día del megapuente de todos los santos (cuatro días aquí en México) en Oaxaca, la ciudad de la que Hernán Cortes fue marques…posiblemente la ciudad mas bonita de México.

Todo empezó con una carrera desesperada al aeropuerto, gracias media hora de retraso del taxi en llegar a casa, que yo me olvide los boletos en la ofi, y que un trayecto de 15 minutos de taxi se convirtió en una pesadilla de 1.30 horas por el trafico; una carrera en la que conseguimos embarcar por 1 minuto (literalmente) después de haber dado por perdido el avión y habernos planteado ir en taxi hasta Oaxaca…por suerte el taxista cuando le ofrecimos duplicarle el precio de la carrera si llegábamos a tiempo nos dio un lección de los que es la conducción kamikaze, salto de medianas incluido.

La llegada a Oaxaca para mi fue un poco la vuelta a casa…eso es lo que yo recordaba de América, o mas bien debería de decir de Centroamérica, porque a partir de Oaxaca todo cambia es como un viaje en el tiempo y entras en otro mundo…pero aparte de esto la sorpresa fue que la ciudad, de la que no me habían hablado muy bien era preciosa, al nivel de La Antigua o San Cristóbal de las Casas…y al contrario que estas dos (sobre todo que Antigua) relativamente poco turística…aunque viéndola, y viendo el tipo de locales de copas y recuerdo un poco “modernitos mochilero” no creo que tarde 10 años en ser un destino turístico estrella.

Al día siguiente, madrugón para ver el Monte Alban; unas ruinas zapotecas, bonitas, pero lejos de las mejores de México, y de las que lo mas famosos son las figuras de los danzantes...que muestran la "danza de placer" de los prisioneros de guerras despues de ser castrados...y por la tarde nuevo paseo por la ciudad, el mercado (incluida la degustación de “chapulines colorados”, es decir, saltamontes fritos) y el cementerio (Y es que para adornar mas la cosa era el Día de los Muertos…(de lo cual hablare en otra ocasión..)…

Luego ya moribundos nos dirigimos al la estación de autobuses, donde comenzaba nuestra “Fuga hacia la Inmortalidad” nuestro encuentro con el Océano Pacifico….(tras nueve confortables horas de bus, claro).