Diego y el volcán

Siguiendo con las batallitas chilangas (sin ningún orden cronológico); el miércoles pasado fuimos de excursión al Estadio Azteca; el que vió encumbrarse a Diego por encima de todos los futbolistas, en el que gano SU Mundial; y en el que marcó esos dos goles legendarios goles a Inglaterra (a la que hay que felicitar por su casi segura ausencia en la próxima Eurocopa) que recordamos todos aquellos que nacimos antes del 80; en el que se fue de todo el mundo arrancando desde el centro del campo y el de la mítica "Mano de Dios"… también es el estadio con el que Calamaro nos da la chapa en una cancioncilla…
El estadio inmenso; pero no más impresionante que el Bernabéu; estaba medio vacio y el partido, América-Vasco de Gama, sencillamente infumable; pese a que se trata del equipo más importante de México y uno histórico de Brasil, y a que lo vivimos al lado de la "porra" del América (barra, torcida, tiffosi, fanáticos, hooligans, etc…)
Por el camino (hora y cuarto en taxi de nada) vimos el Estadio Olímpico; que fue tan legendario para otras generaciones como el Azteca; el estadio donde se reivindicó por primera vez el "black power" y sobre todo el estadio donde Bob Beamon saltó esos 8.90 metros que reinaron durante 23 años y que todavía hoy sólo una única vez han sido superados.
Y el domingo pasado decidimos apuntarnos al plan de unos becarios de segunda fase y nos fuimos para el monte. Los organizadores eran los amigos de un becario, que están pasando un año sabático haciendo la ruta san Francisco-Usuhaia en una camioneta hippie idéntica a la de "Little Miss Sunshine" (hay gente que se lo monta bien….). La verdad es que el viaje ya fue una risas; el problema fue la montañita en sí… el Nevado de Toluca, un volcán de 4.768 m. de altitud de nada y para llegar al cual se atravesaban paisajes que ni Suiza por el camino (para que fuera igual a Suiza solo faltaban Heidi, Pedro y Niebla… y sobraba alguna chabolica aislada que aparecía a veces).
La cosa es que el paisaje era espectacular, tanto las vistas como el volcán en sí… pero lo malo era la altitud; parecíamos paralíticos; cada dos pasos nos teníamos que parar a tomar aire…jamás pensé que lo del mal de altura fuera en serio hasta que me encontré allí y ví que era algo real, tanto que prometo nunca mais volver a esa altitud… y eso que veníamos "aclimatados" de los 2.300 m. del D.F…